Capítulo 05: El Bondi
- El Señor

- 2 nov
- 4 Min. de lectura

Según el diccionario Turro/Español, "Bondi" se le llama a una situación problemática, un lío. "Se armó alto bondi" significaría "la situación se tornó caótica". Por eso cuando Eve, Leo y Chino entraron al Bondi —el local bailable más picante del Barrio Turro— no se decepcionaron.
La imagen era realmente caótica y a su vez bellísima para el sentir turro.
A pesar de ser las 9:30 de la mañana, el boliche estaba a pleno. Turros y turras bailando y agitando por doquier. El índice "torso descubierto" en los hombres estaba muy alto y el perreo de las turras dominaba el paisaje. Era un movimiento hipnótico, mágico. A Leo, que le gustaba la fiesta más que respirar, se le materializó un vaso de cerveza en la mano al instante. Y por supuesto, también una sonrisa.
Justo cuando la música empezaba a apoderarse de sus caderas, Eve lo interrumpió con un delicado codazo en el estómago.
—Vamos arriba —le dijo señalando la cabina del DJ.
Leo y Chino la siguieron sin mediar palabra —cosa que se estaba haciendo costumbre ya, dada la carencia absoluta de simpatía de parte de Eve—.
Abriéndose paso entre los cuerpos poseídos de turros y turras e interrumpiendo sus rituales de apareamiento, llegaron a la cabina. Chino miró la puerta cerrada y dijo:
—No sé si podremos entr...
El ruido de la patada que Eve le pegó a la puerta para abrirla de par en par lo interrumpió.
Si lo que se veía abajo era un caos, lo que sucedía adentro de esa cabina era directamente el infierno. Cinco turras bailaban, bebían y hacían otras cosas que prefiero no contar, como si fuesen ángeles oscuros alrededor del demonio. Y el demonio, por supuesto, era el DJ. Más precisamente DJ C-cuencia. Este era uno de los DJs más pegados de la zona, creador del RKT-AF (anti furro), con hits como "Alérgico al peluche" y "Una Zorrita", que estaba justo sonando en ese momento.
Leo, que todavía estaba impactado con la imagen de las turras, le preguntó a Eve:
—¿Él nos va a ayudar con La Danza Bien Piola de Invocación?
—Él solo no —contestó sintéticamente.
En ese momento, la sala se iluminó de golpe y se volvió a escuchar un ruido eléctrico. ElRaydenn entró violentamente y con solo tocar a Chino le dio una descarga que lo tiró contra la pared. Leo se abalanzó sobre el agresor, pero corrió el mismo destino: un toque, una patada eléctrica y al suelo.
ElRaydenn era una mole de un metro noventa de altura. Antes de ser seguridad en El Bondi, trabajaba como electricista y peleador de Muay Thai en sus tiempos libres. Un día, intentando reparar el disyuntor en la casa de un cliente y ante la frustración por no poder lograrlo, mezcló sus dos pasiones y le dio un recto de derecha al artefacto, que se defendió propinándole una descarga eléctrica total. Lejos de intentar separarse, ElRaydenn se quedó pegado, absorbiendo vatios y vatios que hubiesen matado a cualquier otro, hasta que el disyuntor se rindió y él siguió en pie. Desde ese día, ElRaydenn tiene el Poder del Rayo incorporado a su cuerpo. Pero no fue gratis: la descarga lo dejó mudo para siempre. No le importó tanto ya que no era un turro de muchas palabras.
De vuelta en la cabina, el eléctrico matón se preparaba para darles el golpe final a los intrusos. Mientras las turras y el DJ seguían poseídos por la música, sin enterarse de nada de lo acontecido a su alrededor, y Eve cerraba los ojos esperando lo peor, una figura gigante y con el cuerpo cubierto de pelo azul y blanco entró y le dijo:
—Ya está bien.
Automáticamente ElRaydenn le hizo caso, bajó la mano y apagó la electricidad que salía de su cuerpo.
Mientras tanto, en las alcantarillas, Rust, Baal, Fiona y Koi intercambiaban opciones amigablemente:
—¡YA PASAMOS SIETE VECES POR ACÁ! —Fiona le gritaba a Rust.
—Conozco estas alcantarillas como la palma de mi...
—¡De tu garra! ¡Ya lo escuchamos mil veces! Pero admití que estamos perdidos —lo interrumpió.
Koi intentó mediar:
—Mi amor, es que estos túneles son todos muy parecidos y da esa sensación.
—No, recuerdo ese sándwich podrido que está junto al esqueleto de esa rata. Ya pasamos siete veces por acá. Tal vez ocho. Este mapache nos está haciendo perder el tiempo. Que admita que estamos perdidos.
El orgullo de Rust jamás le permitiría admitir eso, pero justo cuando estaba por embarcarse en una discusión sin fin con Fiona, a lo lejos del túnel se vio un rayo que iluminó todo por un microsegundo, dejando una estela eléctrica al irse. Rust sonrió y señaló en esa dirección:
—¡Lo sabía! ¡Es por allá! ¡Vamos!
Koi levantó los hombros y miró a Fiona, quien suspiró y decidió darle una última oportunidad al mapache. Mientras caminaban se empezaba a escuchar cada vez más fuerte el latido del beat de "Una zorrita": estaban justo debajo de El Bondi.
Recuerden que pueden enviar sus dibujos, ideas y teorías a fanart.turrosvsfurros@gmail.com
Leemos todo!



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